Este es el número de personas que hasta el sábado 6 de noviembre habían visitado la Feria del Libro de Valencia (Filuc 2010). Si a éste sumamos los 16.000 niños que participaron en las actividades de los diferentes pabellones, más los visitantes del domingo 7, fecha de clausura, tendremos una cifra final que será superior al cuarto de millón. Verdadero fenómeno cultural de masas, cuidado si no el más importante del momento, el balance no refleja tanto una celebración como la responsabilidad que tiene entre manos la Universidad de Carabobo como institución organizadora.
De lejos, esta es la feria editorial más importante del país, un espacio que se ha hecho a pulso en 11 años y que cada día luce más profesional, más consolidado. Las editoriales acuden en masa, también todos los públicos imaginables, también los autores para promocionar sus libros o novedades. Jóvenes, adultos, niños, padres, estudiantes, profesores, desfilan por los corredores y asisten a una diversidad de oferta francamente sorprendente.
Quizás la base económica de la Feria (la prima académica que se les da a los profesores de la UC para que compren exclusivamente libros) sea uno de los secretos del buen funcionamiento, pero si a ello sumamos el público lector que acude al centro comercial Metrópolis desde Valencia, Puerto Cabello, San Diego, Guacara o Maracay, ya tendremos un crisol de intereses y niveles de compra que aseguran la base de la operación comercial que toda feria editorial necesita. Algunos editores presentes comentaban que, por efectos inflacionarios y recesivos, las cifras de venta no serían tan buenas como las de 2009, pero ello no empaña para nada un esfuerzo cuyo principal logro es allanar el acceso al libro y a la lectura para las grandes masas desinformadas.
Las responsabilidades que se le abren a la Universidad de Carabobo son las que se derivan de todo evento exitoso: ¿cómo lograr espacios más cónsonos para el público creciente?, ¿cómo asegurar el aumento de la prima editorial para profesores cuando los presupuestos universitarios desfallecen?, ¿cómo garantizar la cartera de escritores internacionales cuando Venezuela es cada día un destino menos apetecible?, ¿cómo armonizar la plantilla de programación de charlas y conferencias con los intereses de los visitantes? Son preguntas que se convierten rápidamente en retos organizativos y de proyección. La Filuc se entronca en la gran tradición de las ferias editoriales latinoamericanas, siguiendo quizás los pasos de la Feria de Guadalajara, por lo que no sería de extrañar que en algunas décadas o menos las mesas de negociación de derechos, los premios de renombre internacional y la visita de las grandes figuras literarias del mundo sean parte de sus habituales dispositivos programáticos.
La senda está sembrada para que la criatura vaya evolucionando conforme está destinada a hacerlo. El futuro es promisorio si la visión de las autoridades sucesivas prevalece. La Universidad de Carabobo es una institución centenaria, y centenaria puede ser su vocación ferial en torno al libro y la lectura. Sostener este espacio es esencial para la Venezuela de hoy y del futuro.
Que las 230.000 personas de 2010 puedan ser una sombra al lado de las que pudieran visitarla en 2020 o 2030.
ANTONIO LÓPEZ ORTEGAalopezo@cantv.net
Fuente: El Nacional.
http://impresodigital.el-nacional.com/ediciones/guardar/guardar.asp?dia=09&mes=11&anio=2010&archivo=N1_8N4